Editorial Realidades Hibridas

Por DIANA DIAZ. Estudiante - FUP.

Caminamos sobre un tejido de realidades que se deshilacha entre planos. La certeza de un mundo delimitado por lo tangible se ha ido diluyendo, como un reflejo distorsionado en el agua. Hoy habitamos espacios híbridos: fronteras difusas donde lo real y lo virtual, lo propio y lo ajeno, lo íntimo y lo expuesto, se entrelazan en una danza constante.

Somos hijos de una era en la que los cuerpos tienen una sombra digital. En la que las historias se escriben en la piel de los algoritmos y la memoria colectiva se almacena en servidores lejanos, siempre a un respiro de evaporarse, a un paso de desvanecerse. Nada permanece en su estado puro; todo se mezcla, muta, respira en plural. Ya no basta con tocar para creer, ni basta con recordar para existir. La existencia misma se ha expandido hacia otros territorios, algunos fértiles, otros inhóspitos. 

En este nuevo número de Escópica nos sumergimos en esas zonas donde las certezas resquebrajadas dan lugar a mundos nuevos: mundos híbridos, fracturados, palpitantes. Lo real ya no es un punto fijo, ahora es un campo de tensiones, una vibración que atraviesa pantallas, cuerpos, recuerdos y ficciones. ¿Qué significa habitar un presente donde el rostro es imagen, la palabra es eco o la memoria es archivo? ¿Dónde empieza lo verdadero cuando la experiencia misma se pliega en capas de representaciones? 

Este número nace como un mapa imperfecto de esas nuevas geografías. No para trazar límites, sino para recorrer las grietas. Creemos en la hibridez como condición y posibilidad, como síntoma del desconcierto y como promesa de reinvención.

Aquí, en estas páginas, proponemos un ejercicio de mirada: ver más allá de la superficie, nombrar lo innombrable, caminar las orillas de este tiempo híbrido sin la arrogancia de quien cree entenderlo todo, sino con la humildad de quien está dispuesto a habitar la incertidumbre.

Bienvenidos a Realidades Híbridas, un espacio para los que saben que ya no existe un solo mundo, y que, quizá, eso no sea una tragedia, sino la posibilidad de algo bello.

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